2.1.16

Un canto de amor a la Tierra



x                                               (por Thich Nhat Hanh)
 
1. Vivir sin huir. 
    Existir disfrutando.

«Todos vivimos juntos en el planeta Tierra. La Tierra es como un gigantesco pájaro que nos lleva en un viaje extraordinario. La Tierra nos sostiene y nos transporta, a una velocidad de 100.000 km/h, en un viaje alrededor del Sol. ¡Haríamos bien en abrocharnos el cinturón de seguridad! Y convendría que aprendiésemos también a disfrutar de todos los instantes porque, en cada uno de ellos, estamos en contacto con las maravillas de la vida. No necesitamos ocultar sentimientos dolorosos ni olvidar recuerdos problemáticos. No necesitamos algo que nos ayude a olvidar. Lo que necesitamos, muy al contrario, es saber cómo recordar, cómo crear momentos de alegría y felicidad, cómo fortalecer lo que nos nutre internamente y cómo tornarnos conscientes de los milagros de la vida que nos rodea.»

2. No todo es producir ni ganar. 
    La meditación como práctica para conocernos
    y poder estar con nosotros mismos.

«La meditación no consiste en escapar de la vida, sino en tomarse el tiempo necesario para mirar profundamente en uno mismo o en una situación. La meditación es una oportunidad para cuidar de nuestro cuerpo y de nuestra mente; por ello es tan importante. De ese modo, nos damos tiempo para aquietar nuestro pensamiento, sentarnos, caminar o respirar sin hacer nada especial, volviendo simplemente a nosotros y a lo que nos rodea. Así nos damos tiempo para liberar la tensión de nuestro cuerpo y de nuestra mente, tiempo para mirar profundamente en nosotros y en la situación en que nos encontramos.»

3. Recuperar el equilibrio con la Tierra.

«Es necesario emprender una revolución dentro de cada uno de nosotros. Cuando cambiamos nuestra forma de ver el mundo y nos damos cuenta de que nosotros y la Tierra somos uno, empezamos a vivir plenamente atentos y nuestro sufrimiento comienza a reducirse. Y, cuando el sufrimiento ya no nos desborda, descubrimos la compasión y la comprensión necesarias para tratar amorosa y respetuosamente a la Tierra. Si recuperamos nuestro equilibrio interior, empezaremos el trabajo de restablecer el equilibrio de la Tierra. No existe diferencia alguna entre la preocupación por el planeta y la preocupación por nosotros. No existe diferencia alguna entre curar el planeta y curarnos a nosotros.»

4. Sufrir no es malo. 
    Lo malo es temer al sufrimiento en vez de comprenderlo.

«Necesitamos el sufrimiento. Nosotros entendemos la bondad del sufrimiento. Podemos hacer un buen uso de nuestro sufrimiento mirando profundamente en su interior, reconociéndolo y abrazándolo. De este modo, nuestro sufrimiento se transformará y aumentará nuestra comprensión, amor y compasión. El sufrimiento es el abono que posibilita el desarrollo de flores muy hermosas. No necesitamos, para ser felices, llegar a un lugar imaginario en el que no existan ni el dolor ni el sufrimiento. Podemos aceptar a la Tierra como nuestro hogar. Ella es una realidad viva que podemos tocar, ver y experimentar directamente aquí y ahora.»
 
[ir arriba]